El papá de Carlos le ofreció 10 dólares por limpiar su habitación. Entonces Carlos, que es muy astuto, le ofreció 5 dólares a su hermano menor para que limpie la habitación mientras él se va a jugar. Seguro haz escuchado esta historia antes y pienses que Carlos tiene mentalidad de tiburón y será un gran empresario.
Sí y no. De hecho, lo que hizo Carlos es uno de los peores errores de los emprendedores novatos. Y te voy a explicar por qué.
En el libro “El mito del emprendedor”, Michael Gerber cuenta que cuando comienzas tu negocio lo haces todo solo: eres el dueño, el de marketing, el que vende, el que limpia, el que lleva la contabilidad. Hasta que un día, al fin puedes contratar a tu primer empleado y sientes que por fin podrás descansar un poco.
Así que dejas a tu nuevo empleado a cargo de sus tareas. Es fantástico: ya no tienes que preocuparte de esa parte de tu negocio porque tienes alguien que resolverá todo. Y de eso se trata ser empresario, ¿cierto?
Pero nadie conoce tu negocio como tú y tu brillante empleado, en ausencia tuya, hará las cosas a su modo y en algún momento habrá problemas o llegarán quejas de tus clientes. Hasta que un día te dirás:
—Si quieres que las cosas se hagan bien tienes que hacerlas tú mismo.
Y te volverás a cargar encima el trabajo que supuestamente habías delegado. Volverás a las jornadas de 16 horas, a dormir poco, al estrés, a las ganas que tiene todo emprendedor de hacerse bolita en un rincón y llorar.
Debiste “delegar” pero lo que hiciste fue abandonar a tu empleado a su suerte y eso no es delegar. Debiste explicarle qué esperas exactamente de él, o de ella, darle feedback, escuchar sus comentarios, reunirte al menos una vez a la semana para revisar los avances e ir mejorando juntos.
Pero desapareciste, igual que Carlos con su hermano menor, ¿a quién regañará papá cuando vea que la habitación sigue sucia?
Con el tiempo, tu empresa funcionará sola, pero toma tiempo. No se consigue con el primer empleado. No caigas en la trampa de creer que cada empleado hace su trabajo mientras tú tomas piñas coladas en la playa. No imaginas cuantos negocios se mueren o no crecen jamás por este pensamiento.
Así que remángate la camisa y mete las manos en la masa, no renuncies porque contrataste a alguien. Sigue trabajando duro para cosechar un día todas las recompensas.
Te deseo todo el éxito en tu negocio, porque eres un guerrero, porque eres una luchadora. Y aunque haya momentos difíciles, siempre encontrarás la manera de superarlos.
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