¿El dinero compra la felicidad?

El dinero no compra la felicidad. Es una frase que seguramente se inventó alguien a quien no le faltaba dinero. Porque si supiera lo que es no tener, lo que se sufre cuando no hay trabajo, cuando no hay para comer o para unas medicinas, no diría eso.

Cuando me quedé sin trabajo me volví infeliz

No podía pagar el colegio de mi hija y me daba mucha vergüenza llevarla a estudiar y que me pregunten cada vez por el pago. Lo mismo con el alquiler de la casa y si no fuera por el apoyo de mi esposa y de su familia, ni qué comer habríamos tenido. Mi autoestima estaba por los pisos, me sentía inútil, fracasado, incapaz de proveer bienestar a mi familia.

Entonces, es obvio que el dinero compra la felicidad, porque la falta él me hacía sumamente infeliz. Avergonzado de mí mismo y con discusiones frecuentes en casa. Si hubiera dinero todos esos problemas se irían y seríamos felices. Obvio.

Cuando empecé a estabilizarme como diseñador web freelance tenía que priorizar en qué usar el dinero. Mejorar la casa y la comida estaban en primer lugar. Ropa siempre al último. Pero yo seguía trabajando esperando el día en que no tengamos problemas financieros y seamos felices.

Que equivocado estaba. Porque en tanto tu situación económica empieza a mejorar los problemas que llegan son otros como aprender a manejar tus finanzas personales, protegerte de la envidia y de quienes quieren dañarte y construir relaciones sanas.

Si el dinero comprara la felicidad no habría millonarios deprimidos, pagando toneladas de dinero a psicológos y terapeutas. Y algunos suicidados.

Entonces, ¿qué queremos?

En 1943, el psicólogo Abraham Maslow publicó un artículo titulado: “Una teoría de la motivación humana” en el que plantea que las personas tienen cinco tipos de necesidades ordenados en una jerarquía.

Esta teoría se conoce como pirámide de Maslow y las necesidades son las siguientes:

  1. Necesidades fisiológicas. Las básicas para vivir: comida, sueño, ropa, vivienda.
  2. Seguridad. Estabilidad en la familia, trabajo y bienestar (no ser atacados ni violentados).
  3. Pertenencia y afiliación. Ser parte de un grupo: amistad, amor, aceptación.
  4. Reconocimiento. Estatus, aprecio, respeto, autoconfianza.
  5. Autorrealización. Ser las mejores versiones de nosotros mismos, alcanzar metas elevadas, dejar un legado.

Como puedes ver, el dinero puede cubrir parcialmente las necesidades del primer nivel (el fisiológico), pero mientras subes la pirámide el impacto del dinero se va reduciendo hasta ser practicamente cero en el nivel superior.

Si el dinero no compra la felicidad, ¿entonces qué?

En 1990, el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi publicó el libro “Fluir: una psicología de la felicidad” donde, a partir de estudiar a personas de todo el mundo, de diferentes culturas, profesiones y condiciones sociales llega a la conclusión que la felicidad ocurre cuando estamos en estado de flujo: cuando nos conectamos completamente con una actividad al punto de no tener hambre y no sentir el paso del tiempo. Estoy seguro que has tenido una sensación así.

Pero hay que diferenciar felicidad de placer. Porque podrías no sentir el tiempo con actividades placenteras pero que no te hacen crecer: como consumir drogas o emborracharte. La felicidad viene cuando hay crecimiento. Cuando el estado de flujo te ayuda a convertirte en la mejor versión de ti mismo.

Por ejemplo, pasar tiempo con mi hijo ayudándolo no solo es placentero sino que fortalecemos nuestra relación. Eso es crecimiento, y felicidad. Y eso no lo compra el dinero.

La verdadera felicidad ocurre cuando sientes que creces, cuando sientes que estás en este mundo para algo y estás encaminado a ese algo y que el límite te lo pones tú. Es cierto, que el dinero es fundamental para aspirar a más, pero en determinado punto, pierde su efecto y te quedas solo, desnudo frente el mundo.

Y entonces te das cuenta que encontrarte a ti mismo y crecer es la verdadera felicidad.


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