Aplicar este hábito te hará mejor cada día

Había una vez un leñador que cortaba un árbol con una sierra sin filo. Se esforzaba demasiado y cortaba poco. Entonces se esforzaba mucho más, aplicaba más fuerza y se agotaba rápido, a cambio de una mejora mínima. Se obsesionó tanto con cortar el árbol que le dedicaba muchas horas al día, todos los días. Cuando un amigo le preguntó por qué no se tomaba un tiempo para afilar su sierra y así cortar más rápido, el leñador respondió:

— Hacer eso me tomaría varias horas, quizás un día entero. No tengo tiempo, tengo que terminar de cortar este árbol.

El leñador estaba tan obsesionado con terminar ese trabajo que creía que tomarse un día entero para afilar la sierra sería una pérdida de tiempo. No alcanzaba a entender que ese día no solo lo ayudaría a terminar su tarea más rápido, sino que estaba perdiendo más días en ese trabajo ineficiente que el día que creía perder afilando la sierra.

Seguro te estás riendo y pensando: “Que leñador más tonto, a quien se le ocurre cortar con una sierra sin filo y negarse a afilarla”. ¿Y si te digo que un gran número de personas, empresas y organizaciones hacen exactamente lo mismo? ¿Y que muy probablemente tú también? Se levantan a las 6 de la mañana. A las 7 están camino al trabajo. Dos horas de tráfico. 9 a 5. Dos horas más de tráfico para volver a casa. Siete de la noche, agotados. Algo de cenar. Ver un rato la tv y a la cama. Y al día siguiente la misma rutina. Si alguien te dijera: ¿por qué no vas al gimnasio, seguro te quitarías ese dolor de espalda? Tu repuesta sería: ¡No tengo tiempo! Si alguien más te dijera: si tomas un curso de especialización podrías tener un mejor empleo, seguro tu respuesta sería: ¡No tengo tiempo! Si a una empresa le dijeran: necesitamos parar todo una semana para evaluar nuestro rendimiento y aplicar mejoras, dirían ¡Estamos muy ocupados, no podemos desperdiciar una semana sin trabajar!

¡Cuantos leñadores hay en el mundo!

¿Por qué entonces no se detienen a afilar su sierra? La razón más común es que no saben cuál es. No logran identificarla. Cuando es algo material (como en el caso del leñador) es muy fácil darse cuenta. Por ejemplo: si eres programador y trabajas con una computadora antigua y lenta está claro que afilar la sierra es comprar una computadora nueva. Pero cuando es algo más profundo, más humano, más espiritual, menos cuantificable (por ejemplo, hacer deporte, meditar, salir de la rutina) es más dificil evaluarlo como una necesidad.

¿Qué pasará si afilas tu sierra? Serás más eficiente en tu trabajo, terminarás más rápido, ganarás tiempo libre que es lo único que el dinero no puede comprar. En otras palabras, el tiempo que invertiste en afilar tu sierra se verá compensado en el tiempo recuperado al trabajar más rápido. ¿Y qué hacer con ese nuevo tiempo libre? ¡Dedicarlo a perseguir tus sueños y a seguir afilando la sierra!

Hay algo más que tiempo libre: satisfacción personal. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste realmente completo, productivo, útil? Recuerda la energía que sentiste, la satisfacción contigo mismo. ¿No te gustaría sentir eso más seguido? Es un círculo virtuoso: esa energía te ayuda a producir más, lo que te da más energía y así sucesivamente. Reduciendo tu estrés y mal humor, ayudándote en tus relaciones con tu familia, pareja, compañeros de trabajo, y contigo mismo, mejorando tu autoestima. Sentirse satisfecho con uno mismo no tiene precio, es la mejor sensación del mundo.

¿Cuál es la sierra que debo afilar?

Y entonces, ¿cómo saber cuál es la sierra que debes afilar? Debes indentificar qué cosas te están bloqueando, las que te frustran, las que impiden que te sientas realizado. Búscalo en ti, nunca en los demás. Evita decir: lo que me frustra es que mi jefe no me entiende, que mi esposa me reclama, que ese compañero de trabajo me hace la vida imposible, que el gobierno subió los impuestos, que el clima, etc. Buscar las razones en los demás es buscar excusas, excusas para hacerte la víctima y no reconocer que eres el capitán de tu propia vida.

Stephen Covey en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva identifica cuatro dimensiones en las que debes afilar la sierra:

Dimensión física

Ejercita tu cuerpo, es tu principal máquina y debes darle mantenimiento. Además, al hacer ejercicio no solo trabajas los músculos, también tu fuerza de voluntad y tu perseverancia.

Dimensión espiritual

¿Cuáles son los motivos de tu vida? Si tus motivos son incorrectos todo lo que hagas será incorrecto. Conócete a ti mismo, reflexiona lo que quieres para ti. Resolver tus conflictos internos te dará paz y claridad. Toma momentos para meditar y escribe tu misión personal en la vida.

Dimensión mental

El estudio es a la mente como el ejercicio al cuerpo. Así como una vida sedentaria y con mala alimentación atrofia el cuerpo, lo vuelve obeso y con dolores, una mente sin estudio se vuelve lenta y superficial. Filtra la información que consumes, estudia con regularidad y mejora las habilidades que te hacen competitivo.

Dimensión social

¿Cómo puedes ayudar a los demás y ganarte su confianzaq? . Una vida egoísta, sin más misión que el beneficio propio no está completa. Escucha a los demás, dales ánimos para ser lo que sueñan ser.

También puedes aplicar esas cuatro dimensiones a una empresa. La dimensión física será el dinero, la espiritual el propósito y misión, la mental el desarrollo humano y del talento y la social el liderazgo y trabajo en equipo.

Es importante procurar un equilibrio en estas dimensiones. Imagina una empresa que solo piensa en el dinero, o una persona que solo cultiva su dimensión social intentando caerle bien a todo mundo pero no desarrollándose a sí mismo.

Hazlo

Ahora te toca a ti. Seguro estás pensando que todo esto requiere mucho tiempo. ¿Te acuerdas que al comienzo te reías del leñador? Pero ahora estás igual que él, poniendo excusas para no afilar la sierra. Decía Einstein que locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Entonces, ¿si no haces un cambio y empiezas a afilar la sierra como esperas que tu vida cambie?


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