De niño mi, papá me llevaba a casas de gente rica a trabajar. Él les hacía trabajos de electricidad como instalar luces y yo le alcanzaba un alicate o un cable y ese era todo mi trabajo.
Y aunque detestaba ir a trabajar, me maravillaba ver esas casas limpias, con camas enormes, piscina, jardines y duchas de las que salía agua caliente. ¡Agua caliente! Era como ver un genio saliendo de la lámpara.
Para un niño que crece en la pobreza, ver esas casas me hizo soñar despierto: algún día viviría como estas personas, en una casa hermosa de la que no querré salir. Y hasta hoy, a mis 43 años, sigo obsesionado con eso.
A mi esposa solía decirle que el día en que seamos millonarios nadie iba a creer lo pobres que éramos. Ella se reía porque pensaba que estaba loco, pero yo de verdad creía que ese sueño era posible.
20 años después ya no se ríe y me cree. No soy millonario aún, pero vamos en camino; quizás me tome dos generaciones más lograrlo, pero vamos en camino.
Cuando no tienes un punto de referencia que ancle tu mente, que te muestre que es posible, es muy difícil verte a ti mismo consiguiéndolo. Y es más fácil caer en la trampa de las excusas como: soy pobre, nunca lo conseguiré, es imposible. O escuchar a tu familia o conocidos burlándose de ti por soñar alto.
Hace unos días, una amiga de mi esposa le contó que su hijo quiere ser empresario como yo para comprarle a su mamá una casa bonita. Y la hija de la señora que trabaja en mi casa le dijo a su mamá que iba a trabajar duro para comprarse una casa igual de bonita.
En ambos casos retrocedí 30 años en el tiempo y me vi a mi mismo abriendo los ojos como platos cuando sentí en mi mano el agua caliente saliendo de una ducha.
Es mágico lo que puede hacer una referencia que ancle tu mente. Y a la vez, si un niño que crece en la pobreza nunca ve otra realidad, creerá que la suya es la única que existe y será más difícil que sueñe alto. Y son los sueños los que nos mantiene vivos.
Porque una persona sin sueños está muriendo por dentro.
Así que sal y conoce gente nueva y lugares nuevos. Habla con personas que hayan logrado lo que tú sueñas lograr y pídeles consejo. Mira películas, lee libros, escucha música que te inspire.
Porque el trabajo duro es más fácil cuando tienes una referencia que ancle tu mente y haga latir de emoción tu corazón.
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