¿Piensas en todo lo que tienes que hacer en el día, o en la semana y sientes que la cabeza te va a explotar por la cantidad de cosas? Los asuntos del trabajo, de casa, los hijos, las cuentas por pagar. Es como si te cayera una tonelada de peso encima y quieres rendirte, huir y tener paz. Y empiezas a pensar que estás deprimido.
Pero no estás deprimido, estás confundido. Permíteme explicarte.
Imagina que te pido que multipliques dos por dos. Muy fácil, cuatro. Y cinco por cinco, recontra fácil, cincuenta.
¿Y si te pido que multipliques 327 por 576? Ya no es tan fácil. Pero tampoco tan difícil. Si buscas lápiz y papel tendrás la respuesta muy rápido.
Ahora te pregunto: ¿por qué necesitaste lápiz y papel?
Porque es un pensamiento complejo que requiere dividirse en pequeños pasos con diferentes opciones que se conectan entre sí. Es mucho para hacerlo en la mente. Pero sencillo en papel.
Te pongo otro ejemplo: una pareja de esposos quiere ahorrar para irse de vacaciones. Entonces toman un cuaderno, lápiz, una calculadora y hacen las cuentas y anotan a donde podrían irse y algunas cosas que les gustaría hacer en su viaje. Sería de locos hacer todo eso en su mente.
Seguro te diste cuenta a donde quiero llegar.
Los pensamientos complejos no se pueden procesar en la mente. Necesitan que los saques de tu cabeza a un soporte físico (como la escritura) que te permita verlos, reflexionar sobre cada cosa, dibujar líneas y flechas para crear conexiones, dibujar un círculo alrededor de las ideas más importantes y poco a poco desenredar la madeja hasta dar con la solución.
Imagina que tu trabajo fuera resolver todos los días operaciones tipo 237* 849 en tu mente. Sería un trabajo desgastante. Ahora imagina que de esas operaciones en tu mente dependiera tu trabajo, tu vida, tu familia, tu futuro. No quiero imaginar el estrés en el que vivirías. O en el que ya vives. ¡Eso es exactamente lo que estás haciendo! ¡Por eso sientes que no puedes más!
Porque nadie podría, no solo tú.
Decía Henry Ford que la gente pasa más tiempo hablando de sus problemas que resolviéndolos. Es una triste verdad, deberíamos invertir el tiempo en resolver nuestros problemas, no quejándonos de ellos. El problema es que no sabemos cómo. Eso no lo enseñan en la escuela.
Pero ahora ya sabes que debes pensar sobre el papel para aclarar tu mente.
Cuenta una anécdota (que no he podido confirmar) que Einstein no recordaba su número de teléfono y ante la sorpresa de un periodista de que un genio de las ciencia no se sepa su propio número, Einstein respondió:
—No guardes en la cabeza, aquello que puedes guardar en el bolsillo.
Esa lección vale oro, porque te dice que la cabeza es más útil para pensar de forma creativa, para analizar y resolver problemas que para guardar cosas.
Sobre todo, cosas que te estresan.
Así que cómprate un cuaderno o una pizarra y escribe aquello que te preocupa, luego empieza a escribir las posibles soluciones que te vengan a la mente y habla contigo mismo mientras escribes, trazas lineas y garabateas el tiempo que sea necesario para desenredar el nudo. Cuando encuentres una solución hazla destacar, enciérrala en un círculo, dibuja flechas apuntando a ella o caritas felices. Lo que sea, pero festeja el logro.
Esta técnica me ha ayudado a resolver situaciones que creía perdidas. En mi empresa, en mi familia y en mi vida personal. Y también va a funcionar para ti. Estoy seguro.
Así que recuerda: no estás deprimido. Estás confundido. Necesitas aclarar tu mente y tener paz. Y lo vas a lograr cuando empieces a pensar sobre el papel.
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