¿Prefieres trabajar sin descanso ni vacaciones por unos años para construir tu futuro, o tener puntualmente todos tus fines de semana y vacaciones? La mayoría prefiere la segunda opción.
Y no está mal, pero te invito a tener una perspectiva diferente.
Te cuento mi historia. Para construir mi empresa trabajé por años sin descanso: sábados, domingos, feriados, cumpleaños o navidades me los pasaba trabajando y nunca tuve vacaciones. De hecho, nunca tuve vacaciones incluso cuando fui empleado, así que no era algo que deseara mucho. Ganar dinero sin trabajar (o sea, tener vacaciones) me sonaba a cuento de hadas y creía que era imposible.
Sentía que debía darlo todo para construir algo que le dé tranquilidad a mi familia. Había leído en alguna parte que “un emprendedor es quien vive unos años de una forma en la que nadie se atrevería, para vivir el resto de su vida como pocos podrían”. Esa frase me impulsaba a pensar que en unos años se detendría este ritmo frenético de trabajo y que podría descansar y disfrutar de mi vida y mi familia. Era duro ver a amigos y vecinos saliendo a trabajar mientras yo no tenía ni para la comida por jugarle al emprendedor.
Con los años la empresa creció, se estabilizó y se volvió un referente de la educación online en español. El camino fue duro, pero podía saborear la recompensa: salir de vacaciones (sí, ¡vacaciones!) con mi familia, terminar mi casa y cosas de ese tipo. Igual sigo trabajando duro pero ya le pongo límites a los horarios.
Un día publiqué mi historia y varios comentarios me decían que no debía sacrificar mi vida y que debo equilibrar vida y trabajo.
El bendito equilibrio.
Entre abrazar a tus hijos a diario o abrazarlos menos con tal de que tengan qué comer y se conviertan en adultos de bien. Una amiga de mi esposa se fue llorando a Europa sola a limpiar casas, dejando a su hija en Lima, pero con la promesa de volver por ella. Se mató trabajando tres años, juntó cada centavo, no se compró ni un par de zapatos hasta que pudo hacer todo el papeleo y llevarse a su niña. Hoy vive feliz allí con su hija, su nuevo esposo (un suizo) y su segundo hijo.
Yo ahí veo equilibrio. Solo que a largo plazo.
Porque cuando se habla de equilibrar vida y trabajo la mayoría piensa a corto plazo: descansar los fines de semana por ejemplo. No está mal, pero también hay un equilibro a largo plazo: quedarme sin fines de semana o descanso por unos años a cambio de tener seguridad por el resto de mi vida.
A mí me tomó casi siete años alcanzar utilidades en mi empresa (como a muchos otros emprendedores). A la amiga de mi esposa le tomó unos 5 años transformar su vida. Sacrificamos el corto plazo por una recompensa a largo plazo.
¿Qué prefieres? ¿Asegurar tu próximo fin de semana o sacrificarlo por tu futuro a largo plazo? Y no me refiero a sacrificar tus descansos por un jefe explotador, sino a dedicarlos a las cosas que te ayudarán a llegar a donde quieres llegar (como avanzar un proyecto personal, planificar tu futuro, estudiar algo, etc.)
La juventud es corta; la adultez y sobre todo la vejez, son largas. Creo que el mejor equilibrio entre vida y trabajo es aprovechar las fuerzas que te da la juventud para construir un futuro estable y de felicidad.
Deberíamos dejar de repetir como disco rayado frases del tipo: “hay que equilibrar vida y trabajo” cuando vemos que alguien está dándolo todo sin descanso. Él (o ella) está equilibrando su vida y su trabajo solo que a un nivel que no hemos entendido aún: a largo plazo.
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