Hay personas que comienzan con una ventaja del 90% (o más). Vienen de familia con contactos, servicios cubiertos, buen entorno, buena educación. Y fueron educados con creencias empoderadoras como “tú puedes conseguir lo que te propongas”.
Mientras que otros, ni siquiera comenzamos en 0, sino en negativo. Sin los servicios básicos, sin conexiones, sin dinero, sin buena educación y con creencias limitadoras como “el dinero es sucio”.
¿Es injusto? ¡Por supuesto! Muchos no saben lo que es trabajar hasta caer rendidos para ganar unos centavos. Para muchos, alcanzar logros es avanzar solo un 5%, mientras que uno debe recorrer más de 100.
¿Y qué podemos hacer contra esta injusticia? Nada.
Porque las clases sociales no van a dejar de existir por mucho que te duela, te quejes de que no tienes oportunidades o lloriquees en redes sociales lanzando tu frustración.
Porque pensar así te vuelve perdedor. Hace que en vez de mejorar tus habilidades, te quejes y te compares con los demás. Y que cuando no logres algo, tu excusa sea que para otros fue fácil.
Yo comencé en negativo, y me frustraba ver a quienes conseguían todo fácil. Hasta que entendí que era estúpido vivir quejándome. Ellos ni siquiera saben que existo y si lo supieran ni les importaría. Tenía que aceptar mi realidad, sin lamentos, sin chillar. En el juego de la vida me tocaron mal las cartas, y ya está. Con esas cartas tengo que avanzar.
Si quieres crecer, comienza aceptando el lugar en el que empezaste, deja de quejarte de los que empezaron con ventaja y trabaja en ti.
Porque la única persona con la que debes compararte es contigo mismo. Si eres mejor que hace un mes, hace un año o cinco, eres un ganador. Pero compararte con otros hará que te sientas fracasado, porque siempre habrá alguien al que le va mejor.
Seguro otros conseguirán antes lo que tu sueñas. Pero no importa, porque la vida no es un juego de velocidad, es un juego de constancia y de enfocarte en ti mismo, no en los demás.
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